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-Tiempos Habanisticos-

“Comenzando el día, en La Habana huele a Mar Caribe, a tabaco, a húmedo, a viejo. El habanero común habla mucho, como si hubiese pasado mucho tiempo sin hablar con alguien.

La edad que se le pueda calcular a alguien de allí casi siempre es incorrecta, pues la vida y las circunstancias probablemente agregan líneas geográficas de más a sus pieles. Sus calles son ásperas, tan ásperas como la pintura de algunos Chevy de los años cuarenta que suelen circular por esas mismas calles. Al seguir los días y los recorridos, se nota cómo se ha detenido el reloj. Tal vez para bien de algunos, quienes somos ajenos a todo; tal vez para mal de otros, esos que son menos ajenos.

Existe un elegante desorden: personas haciendo su trabajo donde normalmente pasaría un auto, casas construidas antes de 1900 que siguen levantadas, improvisados juegos de béisbol en el medio de un patio de una escuela de primaria. Ese desorden se pierde cuando las zonas ya no son tan “habaneras”, sino más turísticas, con casas más coloniales y más antiguas —algunas datan del siglo XV.

El recorrido por la ciudad es una máquina del tiempo que sólo está programada para viajar al pasado. La gente, sus carros, sus casas, sus calles, sus colegios, incluso su olor son de tiempos pasados.

Comencé el día tratando de entender esta hermosa ciudad y sus tiempos, pero comprendí que al tiempo no hay que entenderlo sino asimilarlo para luego engañar a mi cerebro, haciéndole creer que no estaba en el año 2014″

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